Hace dos años de este comentario. No sé porque he pensado hoy en él, con la prima de riesgo de España por las nubes y el sur de Europa haciendo más aguas que el Titánic. No sé si me esperaba uno situación tan dramática como la actual hace dos años, pero diría que lo vislumbraba. Vosotros mismos, leed y juzgad...
-
"La balsa de piedra" es una novela de José Saramago que se puede contemplar desde muchos ángulos, la novela de un realismo fantástico, nos explica cómo la Península Ibérica se separa del resto de Europa, la falla de los Pirineos se rompe y al separarse la Península Ibérica comienza a flotar Atlántico abajo en dirección a sudamérica. Es como si a Saramago le gustara jugar con la realidad, que quisiera experimentar con ella, aunque el arraigo a la realidad es uno de los aspectos principales de "La balsa de piedra". Y aunque parece que se divierte con cosas fantásticas, su intento es llegarlo más cerca de la realidad, expresarlo con más fuerza, mediante el recurso de maneras de tratarlos que a primera vista no parecen tener nada que ver con la observación real. Desde su visión, la novela es el mensaje político y humano que nos deja esta metáfora de unión entre la Península Ibérica y América Latina.

Saramago, que cree también en una península unida nombrada Iberia mucho me temo que confunde deseos con realidades. Y aquí estamos nosotros anclados en Europa, en la popa del barco enseñándole el culo a África y Sudamérica. Una Europa en la que mañana vamos a votar por su Parlamento, un Parlamento que se nos hace muy lejano, casi tanto como a Sudamérica.
Estamos al final de la nada, inmersos en un proyecto en el que pocos creen y que sólo sirve como asno de los golpes para darle la culpa de todo aquello que no funciona. Una Europa que ha admitido y adimitirá demasiados socios, no todos con los deberes hechos y opacidad en sus cuentas en más de un caso, por no hablar de manipulación de las mismas para pasar el corte.

Si antes cuando se averiaba la tele decíamos aquello de: es de ellos" ahora, todas las culpas son de Europa, quizá porque nadie (o casi) se ha tomado la molestia de explicarnos todas las medidas positivas para sus ciudadanos que se toman en Bruselas.  Si es que las hay...


Pretendemos una Unión Europea unida, unos Estados Unidos de Europa y aquí ni siquiera hemos sido capaces de unir nuestra Península Ibérica, y aunque el mal no viene de Almansa, si es cierto que viene de "la meseta" y con estos no hay nada que hacer. Cuando un Estado se detiene en su tiempo político e intelectual a finales del diecinueve primeros del veinte y ya se ve que es incapaz de evolucionar, de salir de su propio jacobino callejón sin salida, no hay nada que hacer. Ellos sí que están lejos Europa, muy lejos, a más de un siglo de distancia. Y ni siquiera se han dado cuenta. "
*