El text que ve a continuació és un fragment que ens afecta, atès parla de la manifestació contra la guerra de l'Irak any 2003, he arribat a ell gracies a Arrezafe, i és un fragment del llibre How nonviolence protects the State. de Peter Gelderloos, en ell cuestiona la inutilitat de la no violència, i crec que val la pena llegir-lo, l'enllaç al pdf el teniu al nom del llibre en anglès, és llarg i dens, però insisteixo en que val la pena llegir-lo....

COM LA NO VIOLÈNCIA PROTEGEIX A L'ESTAT.

"El 15 de febrero del 2003, cuando el gobierno de Estados Unidos puso en marcha la guerra de Irak “las protestas mundiales de millones de activistas anti-guerra pronunciaron un punzante reproche contra Washington y sus aliados. La ola de manifestaciones sin precedentes ensombreció aún más los planes de guerra de los Estados Unidos”; según reza un artículo de la página web del grupo anti-guerra no violento United for Peace and Justice. El mismo artículo, que se enorgullece del “despliegue masivo del sentir pacifista”, dice también que “La Casa Blanca” parece haber se quedado desconcertada por la oleada de gente que se resiste a su llamamiento a una acción militar rápida. 
Las protestas fueron las más grandes de la historia; y exceptuando algunas refriegas menores, fueron exclusivamente no violentas; lxs activistas celebraron la tranquilidad y el carácter masivo de dichas manifestaciones. Algunos grupos, como el United for Peace and Justice, incluso sugirieron que las protestas podrían evitar la guerra. 
Por supuesto, estaban totalmente equivocados, las protestas fueron totalmente inefectivas. La invasión ocurrió tal y como se planeó, a pesar de los millones de personas que nominalmente, tranquilamente y con impotencia, se opusieron a ella. El movimiento anti-guerra no hizo nada para cambiar las relaciones de poder en Estados Unidos. Bush recibió un capital político sustancial por invadir Irak, y no se enfrentó a una respuesta violenta hasta que la guerra y el esfuerzo de ocupación comenzaron a mostrar signos de fracaso debido a la efectiva resistencia armada del pueblo iraquí. La así llamada “oposición”, ni siquiera se manifestó en el paisaje político oficial. El único candidato anti-guerra del Partido Demócrata pero su compromiso por la paz acabó allí; no hicieron nada, en realidad, para evitar que el ejército español apoyara la invasión y la ocupación. Permanecieron pasivxs y no hicieron nada para desempoderar al líder; permanecieron tan impotentes como lxs ciudadanxs de cualquier democracia. 
El presidente español, Aznar, no sólo pudo y se le permitió ir a la guerra, sino que todos los pronósticos anteriores a los atentados anticipaban su reelección. El 11 de Marzo del 2004, días antes de que las urnas electorales fueran abiertas, múltiples atentados con bomba planeados por una célula vinculada a Al Qaeda explotaron en una estación de Madrid, matando a 191 personas e hiriendo a un millar más. Directamente a causa de esto, Aznar y su partido perdieron en las elecciones, y los socialistas, el mayor partido con una plataforma anti-guerra, fueron elegidos.
Capítulo 1. La no violencia es inefectiva
La coalición liderada por los Estados Unidos disminuyó con la pérdida de las 1300 tropas españolas, y prontamente disminuyó de nuevo tras la retirada de las tropas de la República Dominicana y Honduras. Mientras que millones de activistas pacifistas dando saltos en las calles como ovejas no han debilitado la brutal ocupación de ninguna forma apreciable, unas pocas docenas de terroristas que intentaban masacrar civiles, pudieron provocar la retirada de más de un millón de tropas de ocupación.
Las acciones y principios de las células afiliadas a Al Qaeda no sugieren que quieran una paz significativa en Irak, ni demuestran tanto una preocupación por el bienestar del pueblo iraquí (a una gran cantidad de dicha población ya la han hecho volar en pedazos), como una preocupación por una visión propia de cómo debería estar organizada la sociedad iraquí; una visión que es extremadamente autoritaria, patriarcal y fundamentalista. Y, sin duda, la que fue posiblemente una decisión fácil -matar y mutilar a cientos de personas desarmadas-, aunque tal acción hubiera parecido estratégicamente necesaria, está conectada con su autoritarismo y brutalidad, y sobre todo con la cultura de intelectualidad de la que provienen la mayoría de terroristas (aunque éste es otro tema). Los límites éticos de los hechos se complican si los comparamos con la campaña de atentados masivos estadounidenses que intencionadamente, mataron a cientos de miles de civiles en Alemania y Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque esta campaña fue mucho más brutal que los atentados de Madrid, es considerada en general como algo ‘más aceptable’. 
La contradicción existente entre condenar a las personas que pusieron las bombas en Madrid (fácil) y condenar a los aún más sanguinarios pilotos americanos (no tan fácil, quizás porque a través de ellos podríamos encontrar a nuestros propios parientes, mi abuelo por ejemplo), debería hacer que nos cuestionemos si nuestras condenas al terrorismo realmente tienen algo que ver con el respeto a la vida. Porque no estamos luchando por un mundo autoritario, o uno en el que la sangre sea derramada en concordancia con cálculos racionales; de modo que los atentados de Madrid no suponen un ejemplo para la acción, sino más bien una importante paradoja. ¿La gente que introdujo las tácticas pacifistas -que no han demostrado ser efectivas- para acabar con la guerra de Irak, realmente se preocupa más por la vida humana que los terroristas de Madrid? Al fin y al cabo, en Irak han sido de los atentados tratando de tapar la implicación de Al-Qaida, y en cambio culpando a lxs separatistas vascxs de ETA. Lxs miembrxs del gobierno sabían que si los atentados estaban conectados en el imaginario público a la participación española en la ocupación de Iraq, perderían en las urnas, tal como les sucedió.

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Edicions Anomiat
Editado por South End Press, 
Autor: Peter Gelderloos

- via: ARREZAFE