Estas concentraciones suelen producirse en lugares próximos a zonas de bares y de copas en las que se concentran un elevado número de jóvenes, comprendidos principalmente entre los 12-13 a 18-19 años, y permanecen en ellas hasta elevadas horas de la madrugada. Los propietarios de algunos establecimientos contribuyen a ello en la manera en que hacen ofertas para atraerlos, ya sea reduciendo los precios de las consumiciones o bien celebrando fiestas especiales y repartiendo entradas de forma gratuita como reclamo. Esta forma de “salir de marcha” se produce cuando los jóvenes empiezan a tener mayor libertad y los padres son menos intransigentes con las salidas y horarios de sus hijos; es entonces cuando comienza la vida nocturna para muchos de ellos, especialmente durante los fines de semana. Esta nueva forma de diversión ha transformado la noche de algunas zonas de las principales ciudades españolas, que se ven invadidas por multitud de jóvenes que permanecen en sus calles y plazas.
Para analizar y comprender el botellón se debe tener en cuenta lo siguiente: 1º) La vivencia juvenil, como un momento de libertad y de iniciación social, y que afecta al colectivo comprendido entre 12-13 años hasta la mayoría de edad. Durante este período, antes y ahora, el joven pasa por un rito de iniciación, desde la niñez hacia la vida adulta, que le lleva a distanciarse de sus mayores, y a crear su propio espacio relacional. Hoy lo que ha cambiado es la forma de hacerlo.
El joven necesita un espacio propio, y el domicilio familiar ya no reúne condiciones para estar con sus amigos. Las viviendas son cada vez más pequeñas, y los espacios deben compartirse con otros miembros de la familia, o son tan reducidos que no se puede tener intimidad para poder hablar sin que se enteren los demás residentes. Además, los grupos de amigos son numerosos –la red social se amplía por el aumento de relaciones interpersonales que se van creando a través de Internet-, por lo que se precisan espacios cada vez más amplios.
El joven va viendo cómo su espacio relacional se va restringiendo. En su casa no caben sus amigos, la escuela-instituto no ofrece esa posibilidad de socialización al margen de lo académico, y no es un espacio en el que el joven pueda estar con sus amigos, cuando él quiera y hasta cuando quiera. Además no puede poner sus signos de identidad ni colocar a sus personajes de referencia favoritos. En el centro educativo hay un orden, y este orden no es el que el joven vive o quiere para su “otro tiempo” en el que transcurre una parte de su vida. Por esta razón tiene que buscar nuevos espacios y lugares de encuentro, y el espacio público es su única alternativa, se identifica con calles y plazas que sirven de lugar de reunión con la gente de su edad, que comparten intereses, experiencias, sentimientos, sensaciones, aficiones, ilusiones y expectativas.
El joven necesita una espacio con el que identificarse, y al no disponer de recursos para acudir a un local en el que pueda ”estar” con sus amigos ocupa la calle y se apropia de espacios públicos urbanos, les da su propia identidad, con grafitis, pintadas, etc. Y cada vez más se identifica con ellos, los considera propios en determinados días y horas nocturnas, es su espacio de socialización con sus iguales. A partir de estas concentraciones juveniles en determinadas zonas urbanas, la ciudad cobra una nueva dimensión.
La bebida es un recurso a compartir: se compra en grupo, su coste se hace efectivo proporcionalmente, y se comparte bebiendo del mismo vaso o de la misma botella, que pasa de mano en mano.
2º) El espacio público como lugar de socialización. Estos jóvenes crean también sus zonas, y en muchas ocasiones vinculadas a establecimientos de ocio o locales de “quedar” con amigos y compañeros, para hablar y pasar el rato en torno a una mesa, a unos juegos, o tomando simplemente unas copas. En la mayoría de los casos se comparte la acción de beber o de comer. El lugar de identificación son las calles o plazas que están próximas a lugares a los que asisten personas con elementos, planteamientos, creencias e ideologías comunes que suelen ser compartidas por los que asisten, y además comparten estilos de vida semejantes.
Una de las principales razones, si se pregunta a las personas que participan en las concentraciones en la calle, es el precio de las bebidas en los locales de ocio. Las horas que pasan juntos no podrían estar en un bar con una única consumición. Y al no disponer de los recursos económicos necesarios, la única alternativa para poder tomar varias copas durante la noche es la calle.
Antes no se hacía botellón porque existían espacios semipúblicos en donde los jóvenes se juntaban para “estar” y pasar la “tarde”. Por ejemplo, muchos centros parroquiales, dependiendo de las habilidades que tenía el cura, eran lugar de estancia de muchos jóvenes del barrio. En otras ocasiones, los colegios privados religiosos tenían o tienen su club o instalaciones recreativas a los que acudían o acuden alumnos. Algunas Asociaciones de Vecinos, cuando disponían de locales amplios realizaban actividades para jóvenes o simplemente se les dejaba el local. Las mismas Casas de Juventud al principio también tuvieron esta función, entre otras.
Mucha gente identifica el botellón con una concentración de jóvenes que ocupan la calle, ruidos, música y conversaciones elevadas de tono, destrozos, molestias a los vecinos, etc. Pero el botellón es una cuestión social, porque es una denuncia que hacen los jóvenes a la sociedad reclamando un espacio propio para su proceso de socialización y canalización de su ocio y tiempo libre. Éste es el auténtico problema social: “los jóvenes no tienen su espacio propio, identitario, dentro de la sociedad” y se lo tienen que buscar. Y en los comentarios y opiniones que aparecen en los medios de comunicación nunca se plantea esta cuestión, no se analizan las causas, exclusivamente se destacan los sucesos aislados, y a partir de ellos, se emite una opinión, se generaliza o universaliza una conducta o comportamiento que se asocia a un sector social y se hace un juicio de valor: “la juventud está perdida”.
Para evitar la alarma social, hay que pensar que el botellón es una forma de socialización. La familia y el centro educativo tienen la función socializadora de preparar a los jóvenes para la sociedad. Pero esta preparación es muy compleja y la familia y la educación contribuye parcialmente a ello. El mundo de los jóvenes, sus vivencias, expectativas, ilusiones, temores sobre su futuro, etc. es muy distinto a como lo ven sus mayores. No debemos olvidar que ellos viven su realidad, y tienen necesidad de compartir esas sensaciones, pensamientos y primeras experiencias con aquéllos que están pasando por una situación similar o muy parecida, conocer lo que ellos hacen o cómo van a orientar su futuro. Además hay que tener en cuenta que la incorporación al mundo adulto se está retrasando como consecuencia de la falta de empleo, por lo que también se retrasa la socialización que se adquiere a través del trabajo. Muchos jóvenes tienen bastante tiempo libre y buscan la forma de ocuparlo, siendo la relación con sus amigos una forma de hacerlo. La socialización a través del grupo de iguales constituye en estos momentos una forma de aprendizaje muy importante.
Cuando la sociedad no ofrece soluciones y alternativas a estas necesidades, los jóvenes se las buscan, y el botellón está siendo un ejemplo de ello. Ante la crisis de los sistemas de socialización institucionalizados los jóvenes buscan sus espacios de socialización. Las técnicas de recogida de información que se han utilizado en este estudio han sido principalmente de carácter cualitativo. Los grupos de discusión y las entrevistas semiestructuradas nos han permitido conocer la opinión y planteamientos de los informantes así como sus propuestas a las diferentes cuestiones que se les ha ido plantando. También se ha recurrido a fuentes de información documentales
Zaragoza, diciembre 2012
Este estudio ha sido realizado por encargo del Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza, a través de las Áreas de Cultura, Educación y Medio Ambiente y de Participación Ciudadana y Régimen Interior, durante los meses de junio y septiembre de 2012. También se recogen en el mismo las aportaciones que se han recibido posteriormente, durante los meses de octubre y noviembre, en la fase de exposición pública, de las diferentes instituciones y colectivos sociales. La Coordinación Municipal ha sido a través de Pilar Pastor Eixarch, responsable del Observatorio de Cultura. .. pdf aquí
Por lo visto los centros parroquiales, tan denostados siempre, ahora son necesarios, y en el mismo concepto los centros juveniles también, ni se me ocurre pensar en la OJE, centro donde fui muchas veces a jugar al ping pong, al futbolin, al teatro (las distracciones de entonces)...y que había en la calle Calabria, donde no había por cierto ninguna foto del cabo ni de José Antonio, al menos que yo recuerde.
ResponEliminaPor otro lado, el estudio está bien, pero no te especifica el "in crechendo" de la movida, o como dice la voz corporativa de TVEN3, la entrompada “los jóvenes no tienen su espacio propio, identitario, dentro de la sociedad” y se lo tienen que buscar; me vale, pero nadie explica porqué la gente va a la entrompada armada con navajas, para eso no hay explicación, salvo la informativa: "13 heridos por arma blanca". Y aquí si hay una diferencia cualitativa, los jóvenes no sólo van a emborracharse y beber del mismo vaso, sino que hay una parte que ya ha saltado la linea y lo que desean es algo más.
PD: Cuando hablo de la OJE, hablo de "mi" tiempo de 13/14/15/16/17 años. Ese era mi tiempo. Y hablo de mi tiempo en Barcelona centro, que quierase o no, no era un lugar donde se conocían todos, sino que allí se juntaban gentes de todos los barrios.
Cuando hablo de mi tiempo, hablo que a los 13 ya trabajábamos, y a las 6 de la mañana tocaba el despertador, para comer en el taller y salir a las 6 dela tarde e ir a la Escuela del Trabajo a estudiar hasta las 10 de la noche y llegar a casa casi a las 11.
Cuando hablo de mi tiempo hablo de trabajar os sábados hasta las 3 de la tarde (54 horas semanales que se hacían)
Cuando hablo de mi tiempo, hablo de que se estaba tan cansado que no había otro tiempo más que arrejuntarse en los locales juveniles los domingos por la tarde.
Cuando hablo de mi tiempo, hablo de no llevar un duro en el bolsillo, porque te lo mirabas antes de gastar.
Es por ello que hablar y leer ciertas respuestas que a veces leo, tanto aquí como en otros lugares, de gente que no pasa la cuarentena y que no tiene idea de lo que trabajaron sus padres, me da el flato y paso de contestar. Mis energías ya las gasté, y no estoy como para leer florituras, por muy bien intencionadas que sean.
Yo intuyo lo que le pasa a la juventud, pero ampararse en la masa como se amparan no es de recibo. Me quedo aquí.
Pensa que l'estudi és del 2012, i entenc és consequent en el seu espai temps. En aquells no hi havia el gas del riure tant en boga ara, i els joves no eren tan infantiloides i nihilistes com els d'ara, que en el fons són uns 'quejicas', que nomès fan aixó queixar-se en comptes de buscar solucions. No tots els joves, ja ho sé, però sempre acabem generalitzant. Ta,bé semble que hàgim oblidat temes com la ruta del Bacalao entre altres, que ver a ser el mateix però amb valencià. O les gresques a les dischoteques on alcohol i drogues anàven a dojo fins abans de la pandémia.
ResponEliminaTambé els mitjans en parlen molt més i la difusió augmenta el fenòmen. Però és que si t'hi fixes, per molts mitjans i tertulians es com si el botellot fos producte del confinament de la Covid.
Salut.
Es verdadero lo que dices, como cierto el "in crechendo", si el estudio es del 12 entonces ya vemos la variación hasta el 21, me refiero a lo de ir armados como inicio de "otra cosa", no ya de fiesta botellonera.
Elimina¿Qué nos indica esto?, que se miran soluciones, desde nuevas propuestas por parte del Consistorio y penas comunitarias entre las que deben de contar las ayudas a la ciudadanía (barrer calles, pintar bancos, ayudar a centros solidarios..etc, etc...) a buscar salidas laborales.
Si nos dormimos en discursos progres, palabras vanas, y salir en la foto a lo moderno y guay, esto acabará como en Bs As, ciudad que conocí y que hoy no me atrevería a pisar, porque salir a las 8 de la tarde, según mis fuentes con las que me escribo semanalmente, es jugarse la vida.
Al tiempo
salut
Bs As, es Buenos Aires?. De ser iaxí, ja diuen que és la ciutat més Europea de Sudamèrica, i a falta d'italians i tenen argentins que ve a ser el mateix.
EliminaYes.
EliminaEstá bien hecho el estudio, sólo que es redundante en el hecho de "tomar alcohol" toda la noche. He coincidido en Córdoba, donde el botellón lleva muchos años, con grupos de chicos haciendo la compra en las tiendas de 24 horas. Una botella de wiski o similar y cuatro de superlitrona de bebida refrescante, para mezclar a gusto y sobre la marcha. Datos que coincide con mi sobrina de Jerez, farmacéutica con farmacia, ahora cerca de los cincuenta. Era de las que no se perdía una en la edad de estudiante. No bebía alcohol, sólo el refresco, pero participaba del grupo(que es de lo que se trata).
ResponEliminaDe mis hijos, la pequeña, era la que le gustaba más la fiesta, pero en Barcelona lo que se llevaba era las fiestas de estudiantes en espacios adecuados,no se si bebía alcohol o sólo refresco,pero lo que importaba era el grupo.
En mi caso, en Córdoba, cuando estudiante de bachillerato, los cincuenta y cinco y parte de los sesenta, ya hacíamos algo parecido, pero con anís del Mono (no recuerdo si dulce o seco),estábamos hasta la madrugá haciendo el tonto, pero lo importante era el grupo.
El botellón, hay que diferenciarlo de la violencia, para ello hay que ponerle soluciones, Anguita dio espacios y servicios,así se evitó que lo hicieran en las pequeñas plazas con encanto,que son muchas en Córdoba ciudad Patrimonio de la Humanidad y eso lo saben hasta los que hacen botellones.Que son nuestros jóvenes,que no son extraterrestres. Muchos menos hacer separación entre jóvenes buenos y malos eso es una chorrada como la copa de un pino.Son jóvenes,como todos lo hemos sido. No podemos hacer comparaciones con nuestro pasado, cuando muchos jóvenes tenían que trabajar,incluso niños de 10 años.Ahora no es el caso.
La diferencia entre un botellon de antes y los de ahora, en el fondo es que los medios antes no le dedicaban ninguna atención, y ahora crean un efecto llamada, y luego lo de la Mercè ha sido una excepción. Lleva mi nieta toda la pandemia de botellón en botellón sin ningún problema. Y no està ni agobiada ni estresada, además, ha acabado la carrera y ya tiene trabajo, en Badalona, por cierto.
ResponEliminaCAR RES, estoy de acuerdo. Por otra parte no deseo hacer comparaciones entre buenos y malos, pero si hay una diferencia, los que van armados y los que no lo van. Y ahí si que ya hay un salto cualitativo. Y mal empezamos si se va armado, porque no irá a menos, sino que eso irá en aumento.
ResponEliminaEso es a lo que me refería.
Un abrazo
Miquel, la violencia se cuela en todas las partes, en discotecas, fútbol, manifestaciones...Hasta en las gasolineras de Inglaterra. Creo ,que el botellón, está para quedarse en Barcelona, como lleva tiempo en otras ciudades, así que no debe criminalizarse y encausarlo lo mejor que se pueda, porque ahora es el tiempo de mis nietos, tengo una que ya terminó la carrera, que le va la marcha. El que tiene 16,no sé, vive en Sitges y le gusta reunirse con su grupo, los otros son aún pequeños. Hay que crear un entorno de seguridad, que no hay que confundir con el espectáculo de persecuciones policiales, hacía un lado y hacía el otro.
ResponEliminaUn abrazo
A la vuelta de algunos años, los de "alcohólicos anónimos" van a tener que ampliar sus locales para acoger a la oleada de adictos que se está gestando en este tiempo.
ResponEliminaEl uso social del alcohol no es nada nuevo, pero si lo son las borracheras sistemáticas que vemos ahora entre los mas jóvenes.
Vuelvo a repetir que no he sido ninguna "hermanita de la caridad" en mi juventud, y fui un marino que al tocar puerto después de semanas navegando se bebía hasta el agua de los floreros. Pero nunca caí en la indignidad de perder el control de mi mismo, y siempre regresaba al barco o a mi casa por mi propio pie sin tambalearme.
Pero lo de ahora es diferente, el personal de urgencias de los hospitales de la ciudad están hartos de atender comas etílicos el fin de semana.
Y para rematar, échale un vistazo al "post" que he publicado, una visión del infierno desde el interior.
Francesc, la "socialización" está mal entendida y no justifica todo esto, ni siquiera para escapar de una realidad deprimente.
Aixó no és nou, fa temps que dura, nomès que ara s'ha maximalitzat puntualment davant la passivitat dels pares, i t'ho dic amb coneixement de més d'un cas. No culpem a la Colau d'aixó, no és ni la causa ni el problema.
ResponEliminaSalut