Aquest estudi de l'ajuntament de Saragossa sobre el fenomen social del 'botellón', aporta dades i pistes per comprendre el mateix. En ell hi ha les claus del fenomen que no és nou, ni els motius que porten els joves a organitzar aquests botellons tampoc ho són, abans de la pandèmia eren els mateixos que ara, ja que l'estudi és de 2012, només que en aquells temps pretèrits digitalment no existien les xarxes socials, no amb la intensitat actual, ni els mitjans televisius els dedicaven l'atenció que els dediquen ara. No he aconseguit trobar-lo, però tinc a la memòria incidents més greus que els d'aquestes festes de la Mercè a 2011, crec que en les festes de Sants. No és doncs nou el fenomen de l'botellón, i les causes que el provoquen tampoc són noves. L'estudi no l'he traduït, el lapao de Lambán s'entén bé, crec. Diu la Terribas i la viquièdia que del botellón se n'hauria de dir entrompada. 

EL BOTELLON ENTRE LOS JÓVENES DE LA CIUDAD DE ZARAGOZA

El botellón es un concepto que se utiliza para referirnos a los grupos de jóvenes que se concentran en calles y plazas para pasar el rato bebiendo generalmente alcohol con amigos. Estas concentraciones se producen principalmente durante los fines de semanas y en determinadas fiestas y celebraciones, principalmente de carácter local, reuniéndose en grupo para hablar, escuchar música, etc. en un espacio público que terminan identificando como suyo, como su lugar de encuentro y de reunión. En los años noventa y principios del dos mil, el fenómeno se extendió por la mayoría de las ciudades y capitales españolas, y los jóvenes empezaron a reunirse los fines de semana en grupos para consumir alcohol fuera de los recintos de ocio nocturno habituales. De esta forma, se puede beber más cantidad de alcohol por menos dinero, aumentar la cohesión de grupo y establecer nuevas relaciones sociales.

Estas concentraciones suelen producirse en lugares próximos a zonas de bares y de copas en las que se concentran un elevado número de jóvenes, comprendidos principalmente entre los 12-13 a 18-19 años, y permanecen en ellas hasta elevadas horas de la madrugada. Los propietarios de algunos establecimientos contribuyen a ello en la manera en que hacen ofertas para atraerlos, ya sea reduciendo los precios de las consumiciones o bien celebrando fiestas especiales y repartiendo entradas de forma gratuita como reclamo. Esta forma de “salir de marcha” se produce cuando los jóvenes empiezan a tener mayor libertad y los padres son menos intransigentes con las salidas y horarios de sus hijos; es entonces cuando comienza la vida nocturna para muchos de ellos, especialmente durante los fines de semana. Esta nueva forma de diversión ha transformado la noche de algunas zonas de las principales ciudades españolas, que se ven invadidas por multitud de jóvenes que permanecen en sus calles y plazas.

Para analizar y comprender el botellón se debe tener en cuenta lo siguiente: 1º) La vivencia juvenil, como un momento de libertad y de iniciación social, y que afecta al colectivo comprendido entre 12-13 años hasta la mayoría de edad. Durante este período, antes y ahora, el joven pasa por un rito de iniciación, desde la niñez hacia la vida adulta, que le lleva a distanciarse de sus mayores, y a crear su propio espacio relacional. Hoy lo que ha cambiado es la forma de hacerlo.

El joven necesita un espacio propio, y el domicilio familiar ya no reúne condiciones para estar con sus amigos. Las viviendas son cada vez más pequeñas, y los espacios deben compartirse con otros miembros de la familia, o son tan reducidos que no se puede tener intimidad para poder hablar sin que se enteren los demás residentes. Además, los grupos de amigos son numerosos –la red social se amplía por el aumento de relaciones interpersonales que se van creando a través de Internet-, por lo que se precisan espacios cada vez más amplios.

El joven va viendo cómo su espacio relacional se va restringiendo. En su casa no caben sus amigos, la escuela-instituto no ofrece esa posibilidad de socialización al margen de lo académico, y no es un espacio en el que el joven pueda estar con sus amigos, cuando él quiera y hasta cuando quiera. Además no puede poner sus signos de identidad ni colocar a sus personajes de referencia favoritos. En el centro educativo hay un orden, y este orden no es el que el joven vive o quiere para su “otro tiempo” en el que transcurre una parte de su vida. Por esta razón tiene que buscar nuevos espacios y lugares de encuentro, y el espacio público es su única alternativa, se identifica con calles y plazas que sirven de lugar de reunión con la gente de su edad, que comparten intereses, experiencias, sentimientos, sensaciones, aficiones, ilusiones y expectativas.

El joven necesita una espacio con el que identificarse, y al no disponer de recursos para acudir a un local en el que pueda ”estar” con sus amigos ocupa la calle y se apropia de espacios públicos urbanos, les da su propia identidad, con grafitis, pintadas, etc. Y cada vez más se identifica con ellos, los considera propios en determinados días y horas nocturnas, es su espacio de socialización con sus iguales. A partir de estas concentraciones juveniles en determinadas zonas urbanas, la ciudad cobra una nueva dimensión.

La bebida es un recurso a compartir: se compra en grupo, su coste se hace efectivo proporcionalmente, y se comparte bebiendo del mismo vaso o de la misma botella, que pasa de mano en mano.

2º) El espacio público como lugar de socialización. Estos jóvenes crean también sus zonas, y en muchas ocasiones vinculadas a establecimientos de ocio o locales de “quedar” con amigos y compañeros, para hablar y pasar el rato en torno a una mesa, a unos juegos, o tomando simplemente unas copas. En la mayoría de los casos se comparte la acción de beber o de comer. El lugar de identificación son las calles o plazas que están próximas a lugares a los que asisten personas con elementos, planteamientos, creencias e ideologías comunes que suelen ser compartidas por los que asisten, y además comparten estilos de vida semejantes.

Una de las principales razones, si se pregunta a las personas que participan en las concentraciones en la calle, es el precio de las bebidas en los locales de ocio. Las horas que pasan juntos no podrían estar en un bar con una única consumición. Y al no disponer de los recursos económicos necesarios, la única alternativa para poder tomar varias copas durante la noche es la calle.

Antes no se hacía botellón porque existían espacios semipúblicos en donde los jóvenes se juntaban para “estar” y pasar la “tarde”. Por ejemplo, muchos centros parroquiales, dependiendo de las habilidades que tenía el cura, eran lugar de estancia de muchos jóvenes del barrio. En otras ocasiones, los colegios privados religiosos tenían o tienen su club o instalaciones recreativas a los que acudían o acuden alumnos. Algunas Asociaciones de Vecinos, cuando disponían de locales amplios realizaban actividades para jóvenes o simplemente se les dejaba el local. Las mismas Casas de Juventud al principio también tuvieron esta función, entre otras.

Mucha gente identifica el botellón con una concentración de jóvenes que ocupan la calle, ruidos, música y conversaciones elevadas de tono, destrozos, molestias a los vecinos, etc. Pero el botellón es una cuestión social, porque es una denuncia que hacen los jóvenes a la sociedad reclamando un espacio propio para su proceso de socialización y canalización de su ocio y tiempo libre. Éste es el auténtico problema social: “los jóvenes no tienen su espacio propio, identitario, dentro de la sociedad” y se lo tienen que buscar. Y en los comentarios y opiniones que aparecen en los medios de comunicación nunca se plantea esta cuestión, no se analizan las causas, exclusivamente se destacan los sucesos aislados, y a partir de ellos, se emite una opinión, se generaliza o universaliza una conducta o comportamiento que se asocia a un sector social y se hace un juicio de valor: “la juventud está perdida”.

Para evitar la alarma social, hay que pensar que el botellón es una forma de socialización. La familia y el centro educativo tienen la función socializadora de preparar a los jóvenes para la sociedad. Pero esta preparación es muy compleja y la familia y la educación contribuye parcialmente a ello. El mundo de los jóvenes, sus vivencias, expectativas, ilusiones, temores sobre su futuro, etc. es muy distinto a como lo ven sus mayores. No debemos olvidar que ellos viven su realidad, y tienen necesidad de compartir esas sensaciones, pensamientos y primeras experiencias con aquéllos que están pasando por una situación similar o muy parecida, conocer lo que ellos hacen o cómo van a orientar su futuro. Además hay que tener en cuenta que la incorporación al mundo adulto se está retrasando como consecuencia de la falta de empleo, por lo que también se retrasa la socialización que se adquiere a través del trabajo. Muchos jóvenes tienen bastante tiempo libre y buscan la forma de ocuparlo, siendo la relación con sus amigos una forma de hacerlo. La socialización a través del grupo de iguales constituye en estos momentos una forma de aprendizaje muy importante.

Cuando la sociedad no ofrece soluciones y alternativas a estas necesidades, los jóvenes se las buscan, y el botellón está siendo un ejemplo de ello. Ante la crisis de los sistemas de socialización institucionalizados los jóvenes buscan sus espacios de socialización. Las técnicas de recogida de información que se han utilizado en este estudio han sido principalmente de carácter cualitativo. Los grupos de discusión y las entrevistas semiestructuradas nos han permitido conocer la opinión y planteamientos de los informantes así como sus propuestas a las diferentes cuestiones que se les ha ido plantando. También se ha recurrido a fuentes de información documentales

 Zaragoza, diciembre 2012



Este estudio ha sido realizado por encargo del Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza, a través de las Áreas de Cultura, Educación y Medio Ambiente y de Participación Ciudadana y Régimen Interior, durante los meses de junio y septiembre de 2012. También se recogen en el mismo las aportaciones que se han recibido posteriormente, durante los meses de octubre y noviembre, en la fase de exposición pública, de las diferentes instituciones y colectivos sociales. La Coordinación Municipal ha sido a través de Pilar Pastor Eixarch, responsable del Observatorio de Cultura. .. pdf aquí