Per intentar definir la sorpresa, l'encant, la perplexitat que susciten els textos d'Augusto Monterroso, s'han emprat paraules com ara humor, enginy, sàtira, ironia, faula, paròdia i moltes més. No diré que no són paraules respectables ni que no contin res sobre una escriptura d'aparença senzilla, però on s'endevina immediatament una extrema i rigorosa complexitat. Monterroso fa bona la màxima de Víctor Canicio de "lo bue si bre cuatro veces bue"A tall d'inventari auí hi us deixo tres contes curts en la seva llengua original, continuo pensant que no és aconsellable traduir escriptors sud-americans, encara que en aquest cas dels tres contes que he escollit de Monterroso el llenguatge no sigui gaire complex ni ple d'expressions locals

LA TELA DE PENÉLOPE, O QUIÉN ENGAÑA A QUIÉN

Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser bastante sabio era muy astuto), casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único defecto era su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas temporadas.

Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus prohibiciones ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le podía ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca, hasta que sin decirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.

De esta manera, ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes, haciéndoles creer que tejía mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía, como pudo haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta de nada. 

LA CUCARACHA SOÑADORA

Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha. 

CABALLO IMAGINANDO A DIOS

A pesar de lo que digan, la idea de un cielo habitado por Caballos y presidido por un Dios con figura equina repugna al buen gusto y a la lógica más elemental, razonaba los otros días el Caballo. Todo el mundo sabe —continuaba en su razonamiento— que si los Caballos fuéramos capaces de imaginar a Dios lo imaginaríamos en forma de Jinete.