Ahmed Tommouhi estuvo preso 15 años después de que  la Audiencia Provincial de Barcelona le condenara a 24 años y 22 días de cárcel por cometer, supuestamente, dos agresiones sexuales en 1992.  Sin embargo, la persona encarcelada no era la correcta, sino alguien que se parecía mucho al verdadero violador. Después de estos 15 años de cárcel y de lucha por su inocencia, el Tribunal Supremo anula ahora la condena de Ahmed Tommouhi.

No es un final feliz. La de Ahmed Tommouhi es la historia de una injusticia descomunal, una cadena de injusticias, concatenadas e irreparables. Porque finalmente el Tribunal Supremo ha anulado el veredicto que le condenó a 24 años de cárcel, pero eso no repara el de Abderrazak Mounib, condenado con él, y que en el 2000 murió por un infarto en prisión donde no debería haber entrado.Mounib y Tommouhi, que no se conocían de nada, fueron condenados en septiembre de 1992 por varias violaciones cometidas en las provincias de Barcelona y Tarragona a lo largo de 1991. En septiembre de 1992, en plena resaca olímpica, un tribunal que presidía la actual ministra de defensa, Margarita Robles, los condenó por esas violaciones. En los tres años siguientes, Tommouhi sumó otras tres condenas por hechos similares. Su compatriota Mounib recibió también cuatro condenas en total por robo y violación. En total las penas para ambos sumaban en torno a cuarenta años de cárcel.

Pero en 1997 uno de los casos que se les había atribuido se desmontó, porque los análisis biológicos de una violación que se les había encasquetado demostraron que el autor era en realidad un ciudadano español, Antonio García Carbonell, que había actuado con un familiar suyo. Resultó que este sujeto guardaba un extraordinario parecido con Tommouhi y la prueba fundamental contra éste fue el reconocimiento en rueda policial. Con el agravante de que las víctimas habían visto su fotografía en la prensa y la habían podido observar también en directo en una conducción policial. Las condenas se basaron así en el reconocimiento facial por parte de las víctimas. Esta circunstancia motivó un debate –que persiste– sobre la solidez del testimonio de las víctimas de un delito, sea sexual o no, a menudo en circunstancias de enorme confusión y tensión.

En el resto de casos atribuidos a ambos marroquíes y que podría haber cometido García Carbonell no fue posible obtener pruebas concluyentes de ADN. De esta forma, no se pudieron reabrir o revisar las condenas a los dos marroquíes. Hubo más errores policiales y judiciales: uno de los dos condenados sufría un problema en los testículos que le impedía mantener una erección, y sin embargo, se le condenó por graves agresiones sexuales. Pero los informes médicos que lo acreditaban no fueron aportados de forma oportuna durante el proceso. Tampoco se llamó a declarar a un inquilino de la pensión de Terrassa en la que se alojaba Tommouhi cuando fue detenido, y que pudo acreditar que al menos una de las noches en las que hubo esas violaciones el albañil estaba en su habitación.

Agotada la vía judicial, y pese a los errores que los acusados intentaban evidenciar, su calvario entró en otro laberinto. Político. Mounib murió en presidio en el 2000, y Tommouhi se negó siempre a pedir el indulto, la única vía que en aquellos momentos le podía conceder la libertad. Cuestión de coherencia. Tommouhi también se negó a obtener cualquier tipo de beneficio penitenciario, al considerar que eran procedimientos establecidos para los culpables que se reinsertan, y él no se consideraba como tal. Se consideraba un inocente en prisión.

En un movimiento insólito, el exfiscal jefe de Catalunya José María Mena pidió el indulto en 1999 para ambos condenados. Desde la oposición, los socialistas exigían al gobierno del Partido Popular, liderado entonces por José María Aznar, que aplicaran la medida de gracia para aquellos dos hombres sin duda inocentes, pero cuando cambiaron las tornas y llegaron al poder fueron ellos los que le denegaron. "El gobierno ha decidido que no es un mensaje asumible indultar a una persona condenada por violación", declaró entonces lo que sería ministro de justicia, Juan Fernando López Aguilar. Incluso la víctima de la violación atribuida por error a Tommouhi (tenía 14 años cuando la sufrió) apoyó en una entrevista con El País el recurso del marroquí contra las sentencias que le condenaban.

Tommouhi salió de la cárcel en 2006, y cumplió la condena total en 2009. Había pasado 15 años en prisión por aquellos crímenes que no había cometido. Se perdió por completo la infancia de sus cuatro hijos. Por coherencia, Tommouhi rechazó siempre pedir medidas de gracia o el indulto: él era inocente y exigía ese reconocimiento

En el 2008, el caso Tommouhi fue tomado por el Parlament de Catalunya como un ejemplo de mala praxis judicial que nunca debía repetirse, aunque esto no supuso compensación alguna. Ya lo había tenido en 2001, cuando pudo demostrarse su inocencia científica y legalmente en el caso fehacientemente atribuido a García Carbonell, y que le supuso una indemnización de unos 108.000 €. Una tercera parte de esa cantidad la cobraron los abogados que habían defendido al marroquí, según él, y según expuso una investigación del periodista Braulio García Jaén, haciéndole firmar unos documentos que no entendía.


En salir de la prisión de Can Brians, Tommouhi se fiué a vivir a un pueblo de la provincia de Barcelona con su hijo Khalid, a quien habia dejado de ver a los once años. Antonio García Carbonell: el multiviolador de Ca n’Oriac malvive en una barraca al lado de una escuela en Sabadell.