Solo el populacho y la élite pueden sentirse atraídos por el ímpetu mismo del totalitarismo. Las masas solo pueden ser ganadas por la propaganda. La propaganda y el terror ofrecen dos caras de la misma moneda; ahí donde el totalitarismo posee un control absoluto, sustituye a la propaganda con el adoctrinamiento y utiliza la violencia para ejecutar sus doctrinas ideológicas y sus mentiras prácticas. HANNAH ARENDT.
 
¿Qué es lo que le ha pasado a un grupo de personas –aquellos que votan a favor de un gobierno altamente agresivo– para que luego de que su pueblo hace ochenta años fuera violentado por los nazis en el Holocausto, se haya transformado ahora en los mismos que los hicieron sufrir de manera insondable? ¿Cómo es que esos rostros se manifiestan ahora así llenos de júbilo ante la muerte de niños y civiles, a los que es más fácil considerar terroristas a priori, prefiriendo falsear la realidad para ofrecer un velo, un espectáculo, que les permita seguir violentando al otro sin distinción alguna?.
Estas preguntas tienen respuesta, evidentemente, desde quien las formula, pero mucho más dadas la subjetividad, la visión de mundo y de la historia desde la que cada ser humano puede responder, si bien podemos convenir en que todo lo anterior sucede en el diálogo que corresponde a la otredad basal en la que se da la existencia humana: la posibilidad de salvaguardar valores y una mirada hacia el mundo es sostenible sólo en la medida en que existen otros, no sólo los que se suponen iguales. Ante los crímenes que el Estado de Israel –de severa impronta sionista– está perpetrando diariamente en la Franja de Gaza –y Cisjordania– en contra del pueblo palestino, habemos un grupo importante de personas en el mundo que creemos que no está justificada su manera de actuar tras el ataque que sufriera ese país este 7 de octubre de parte de Hamás, más allá de lo que ha sido el apartheid al que ha sometido el Estado de Israel al pueblo palestino desde al-Nakba, el año 1948. Quizás todo esto se entienda leyendo las certeras palabras de Hanna Arendt que sirven de epígrafe a este texto. Pero quizás, también, todo se entienda al develar los intereses económicos de Israel y EEUU tanto para frenar a China y el BRICS que buscan recrear la antigua Ruta de la Seda, como también desplazarlos del negocio con Europa del gas y del petróleo, que ha producido consabidos ataques en contra de Siria, El Líbano, Palestina y Ucrania.
Como sea, hecho el punto, más allá de la complejidad del caso, hay claridades evidentes, por lo que quiero decir lo siguiente: 

Yo acuso que los crímenes del Estado de Israel –esta limpieza étnica, este genocidio, cada asentamiento ilegal, asesinato y tortura– dan cuenta de nuestro fracaso como Humanidad.

Yo acuso que los crímenes del Estado de Israel en contra de Palestina se han convertido en una de las grandes vergüenzas de nuestra Historia. 

Yo acuso que el Estado de Israel es amparado por Estados Unidos y su continua política exterior de intervenir violentamente –de manera solapada o no– en el curso e independencia del mundo y los países que lo componen.

Yo acuso que la democracia es el camino del mundo, pero que ya no es representativa, pues ha sido secuestrada en favor de un puñado de seres humanos en detrimento de la mayoría, lo que debe revertirse con urgencia.

Yo acuso que están muriendo a diario miles de inocentes y miles de niños, y como Humanidad hemos sido incapaces de hacer algo para salvarlos.

Yo acuso que un mundo que no es capaz de velar por sus niños debe desaparecer en favor de un mundo que sea nuestro, de los seres humanos que salvaguarden la vida y el bienestar de los niños como primera regla de su existencia.

Yo acuso que la ONU ha fracasado y debe refundarse en favor de hacer cumplir la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y de imposibilitar la impunidad de cualquier país u organización que los vulnere.

Yo acuso que nadie puede ser considerado escudo humano más que ser humano.

Yo acuso el silencio cómplice de la Corte Penal Internacional.

Yo acuso que la Humanidad debe levantarse de una vez más allá de los intereses económicos de unos pocos que siguen abusando de su poder en detrimento de la mayoría


«Yo acuso (en nombre de Palestina)», de Juan Carlos Villavicencio - Santiago de Chile, 31 de octubre, 2023