ROHINGYA: DESPRÉS DE L'ÉXODE, ELS LLIMBS


Jordi Tardà li deia aquest matí a Farreras que arran de l'incident de la Flotilla s'havia recordat del poble sahrauí, perquè el poble Palestí havia aconseguit visibilitzar la seva tragèdia, encara que amb un cost de més de 60 mil víctimes. Però el poble sahrauí romania als llimbs dels conflictes oblidats. No és l'únic: Segons estimacions documentades per organismes internacionals i reportis periodístics, aproximadament 25.000 rohinyàs han mort com a resultat directe del conflicte a Myanmar, especialment durant la campanya militar de neteja ètnica iniciada l'agost de 2017, i segueix aquest poble deixat de la mà d'Al·là i dels homes sense aconseguir que es visibilitzi i solucioni.
Les nacions unides (ONU) no fan gran cosa, però si almenys elaboren informes documentats de la situació, menys és més.
Per cert: ara que parlen de donar el premi Nobel de la Pau  a Donald Trump, recordar que la figura més assenyalada internacionalment en relació amb l'èxode i la persecució dels rohinyàs és Aung San Suu Kyi, que va rebre el Premi Nobel de la Pau el 1991 per la seva lluita no violenta per la democràcia a Myanmar. Durant la crisi del 2017, quan l'exèrcit de Myanmar va llançar una brutal campanya contra els rohinyàs, Suu Kyi era la líder de facto del govern civil. Encara que no controlava directament l'exèrcit (que opera amb autonomia constitucional), va ser durament criticada per no condemnar els abusos, negar que es tractés de neteja ètnica, i per defensar el país davant de la Cort Internacional de Justícia.

Tras un éxodo masivo, el limbo: los refugiados rohingya ponen a prueba la voluntad internacional - ONU

"Los rohingya, minoría musulmana perseguida en Myanmar, sufren desplazamiento, violencia y falta de derechos. Más de un millón vive en condiciones precarias en campos de refugiados, la mayoría en Bangladés. Una reunión en Nueva York representa una oportunidad para avanzar hacia soluciones políticas, humanitarias y duraderas.

Hace ocho años ya,  que más de 750.000 musulmanes rohingya huyeron de Myanmar y se instalaron en campamentos precarios y “provisionales” en Bangladés; la crisis, no solo sigue sin resolverse, si no que el flujo de personas que huyen no ha disminuido. Los rohingya, una minoría musulmana que durante mucho tiempo ha sido privada de la ciudadanía y de derechos básicos en Myanmar, huyeron de varias oleadas de violencia que culminaron en 2017 con lo que Zeid Ra’ad al-Hussein, entonces Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, describió como un “ejemplo de manual de limpieza étnica”.

Al cruzar hacia Bangladés, encontraron refugio de emergencia en lo que hoy es, posiblemente, el asentamiento de refugiados más grande del mundo: Cox’s Bazar. Pero lo que comenzó como una respuesta temporal se ha convertido en una crisis prolongada. Pocos rohingyas ven un camino seguro para regresar a Myanmar, donde la junta militar que gobierna continúa persiguiendo a las minorías y enfrenta su propia rebelión armada. En Bangladés, las oportunidades de educación y empleo siguen siendo limitadas, mientras los incidentes de seguridad, la trata de personas y las tensiones con las comunidades locales agravan la situación.

Líderes mundiales, funcionarios de la ONU y grupos de la sociedad civil se reunieron en Nueva York para abordar no solo la emergencia humanitaria, sino también el estancamiento geopolítico que la perpetúa. La primera en intervenir fue la presidenta de la Asamblea General, quien destacó la grave situación de los más de cinco millones de rohingyas desplazados. Se refirió al sufrimiento de hombres, mujeres y niños que viven en campamentos donde la falta de alimentos, agua, salud y educación es crítica.

Annalena Baerbock alertó sobre el impacto devastador de los recortes presupuestarios, que han dejado a más de 800.000 niños sin escuela y han incrementado los riesgos de explotación, matrimonios infantiles y violencia basada en género. Subrayó que esta desesperación es prevenible y pidió a los Estados miembros actuar con urgencia. Propuso cuatro prioridades:

  • acceso sin restricciones a la ayuda humanitaria
  • apoyo internacional sostenido
  • financiamiento adecuado
  • creación de condiciones para el retorno seguro y digno de los rohingyas.

Concluyó instando a pasar de las palabras a la acción para igualar la resiliencia del pueblo rohingya.

En un mensaje leído por el jefe de Gabinete Courtney Rattray, el Secretario General de la ONU denunció décadas de exclusión, violencia y despojo de derechos que han dejado a más de un millón de rohingyas desplazados, muchos en Bangladés, donde visitó recientemente el campamento de Cox’s Bazar.

António Guterres hizo un llamado a la acción inmediata en tres áreas:

  • respeto al derecho internacional
  • acceso humanitario sin restricciones dentro de Myanmar
  • mayor inversión para cubrir necesidades básicas y fomentar la autosuficiencia

Insistió en que la solución definitiva debe incluir justicia, ciudadanía plena para los rohingyas y una transición democrática en Myanmar. Recalcó que, sin inclusión y paz real, no puede haber solución duradera.

Wai Wai Nu, fundadora de Women's Peace Network, denunció la impunidad que ha permitido décadas de atrocidades contra los rohingyas y otras minorías en Myanmar. Afirmó que “el genocidio no terminó en 2017, sino que se ha intensificado”, con crímenes de guerra por parte del Ejército y del Ejército Arakan. Exigió el fin de la violencia, justicia efectiva y el regreso seguro de los rohingyas con plenos derechos. Urgió a establecer un corredor humanitario, imponer sanciones a los perpetradores y rechazar las elecciones falsas del régimen militar.

Concluyó que la paz duradera solo es posible con justicia, inclusión, y una democracia federal que garantice igualdad para todos.

Refugiados rohingya se reúnen en un campo abierto en el campamento de refugiados de Kutupalong en Ukhia, Cox's Bazar, Bangladesh, para conmemorar el segundo aniversario de la campaña de limpieza étnica del ejército de Myanmar en el estado de Rakhine el 25 de agosto de 2019. © 2019 KM Asad/LightRocket vía Getty Images

A Myanmar, la població està sumida en la violència i la inestabilitat després d'un cop militar l'1 de febrer del 2021. Milers de civils han estat assassinats, milions desplaçats i més de la meitat de la població necessita assistència humanitària. Els desastres naturals, com ara inundacions i terratrèmols, han agreujat encara més la pressió sobre una infraestructura ja fràgil.

Les minories ètniques, inclosos els rohingya, kachin, shan i chin, han estat desproporcionadament afectades. S'acusa l'Exèrcit de violacions sistemàtiques dels drets humans, moltes de les quals probablement constitueixen crims de lesa humanitat, incloent-hi detencions arbitràries, tortures i execucions extrajudicials. Escoles, hospitals i llocs de culte també han estat blancs d'atacs indiscriminats". ONU

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