LA POLICIA CONTRA LA REPÚBLICA?

“La Policía se ha vuelto cada vez más brutal y violenta y no vacila a la hora de provocar a los jóvenes” - Sami Nair parla en aquest article canvi radical en el comportament de la policia francesa. També aprofundeix en aquest assumpte Didier Fassin a Ctxt.es. Llegint tots dos articles és per preocupar-se. Macron té un problema seriós i els ciutadans francesos, sobretot els immigrants, també. Mentrestant, aquí estem començant a derivar perillosament cap a aquest comportament. Aquesta és d'aquell tipus de notícia que no crida massa l'atenció, però que crec cal tenir i molt en compte.

¿La policía contra la República? - Didier Fassin - En el Gobierno francés tienen miedo de sus cuerpos de seguridad porque ya no estamos en un sistema en el que esas fuerzas obedecen a su ejecutivo, sino en el que este se doblega ante ellas. Es el momento de la verdad. Un momento de la verdad para la policía, pero también para los que están en el poder. Dos importantes sindicatos, Alliance y Unsa-Police, que representan a más de la mitad de los policías, han hecho público un comunicado, en un contexto de desórdenes urbanos a raíz del asesinato perpetrado por uno de sus miembros, en el que se declaran “en guerra” contra los jóvenes a los que llaman “parásitos” a los que hay que “neutralizar”, y se declaran “en resistencia” si el gobierno no pone en marcha “medidas concretas” consistentes en ampliar aún más sus prerrogativas, proporcionarles una protección jurídica más amplia y exigir que la justicia trate con más severidad a los alborotadores.

Sabemos que algunos policías llaman “bastardos” a los jóvenes racializados. Ahora los llaman “parásitos”. Recordemos que, hace dos años, el secretario general de Alianza declaró que “el problema de la policía es la justicia”. Hoy, su problema es el gobierno. Ante las reacciones de los medios de comunicación y de los políticos de izquierdas, los dos sindicatos ofrecieron una poco convincente “explicación del texto para tontos”, en la que se presentaban como defensores de los “valores de la República”, al tiempo que reiteraban el uso del término “parásitos”. Afirman ser “víctimas” de la estigmatización, como hacen cada vez que se ponen de manifiesto y se cuestionan las prácticas violentas y discriminatorias de algunos de ellos.

Ante esta deshumanización de los ciudadanos franceses y esta amenaza de sedición, el presidente, garante de las instituciones de la V República y rápido en querer castigar a los padres de los niños que delinquen, calla. La primera ministra, Élisabeth Borne, que acusa a France Insoumise de “no pertenecer al campo republicano”, no encuentra nada contrario a la república en los discursos intimidatorios contra el Gobierno que dirige. El ministro de Justicia, Éric Dupond-Moretti, poseedor del “sello oficial de la República”, pide una respuesta “firme, rápida y sistemática” de la Fiscalía contra los alborotadores que rompen escaparates, pero mira para otro lado cuando las fuerzas del orden atacan la independencia de los jueces. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, que debe velar por el “mantenimiento y la cohesión de las instituciones” de la República, se limitó a responder que “no está aquí para discutir”. En cuanto al ministro de Educación, Pap Ndiaye, responsable de las escuelas de la República, se olvida de señalar que muchos de esos adolescentes y jóvenes no son insectos o roedores a los que hay que eliminar, sino alumnos de secundaria, muchos de los cuales sufren fracaso escolar como consecuencia de las desigualdades del sistema educativo. Pocas veces hemos visto a un gobierno tan tímido ante un peligro tan evidente.

Si el presidente de la República y el Gobierno tienen miedo, no es, como han creído muchos comentaristas, debido al riesgo de que se extiendan y prolonguen los disturbios urbanos. Tienen miedo de su policía. Como ocurrió frente a los ‘chalecos amarillos’, los manifestantes contra la reforma de las pensiones y los opositores a los proyectos que destruyen la naturaleza, saben que su poder únicamente depende de ella. Frente a estas movilizaciones sobre grandes temas como la desigualdad social y la protección del medio ambiente, la elección de una respuesta autoritaria les obliga a garantizarse la lealtad de la policía. Ya no estamos en un sistema en el que la policía obedece a su gobierno, sino en el que el gobierno se pliega a su policía.

Por supuesto, se podría argumentar que las palabras del comunicado de prensa del sindicato son solo eso: palabras. Sin embargo, esto sería pasar por alto el hecho de que el vocabulario utilizado –neutralizar parásitos– tiene una función performativa. En las horas posteriores a que Nahel recibiera un disparo a quemarropa en el pecho, se buscaron sus antecedentes penales, a veces falsificándolos, para justificar la acción del agente. Y fue un lenguaje similar el que acompañó a los peores planes asesinos del siglo anterior: se hablaba de “derrotar a las  cucarachas de una vez por todas”.

En cuanto a las amenazas contra el gobierno, nadie ha olvidado que ya fueron las protestas, aunque de carácter menos insurreccional, las que condujeron a la aprobación de la ley de seguridad pública de 2017, cuyo artículo sobre la negativa a cumplirla es considerado por los investigadores la principal causa de que se hayan quintuplicado los tiroteos mortales contra vehículos desde esa fecha. Es poco probable que la intimidación contra la autoridad no afecte a las prerrogativas de los policías y a su protección judicial en caso de abuso de poder, ya que el motivo de su enfado es la detención preventiva de su compañero investigado por homicidio voluntario. Así que las palabras son importantes. “Cuando decir es hacer”, escribió en una famosa frase el filósofo británico John Langshaw Austin. En este caso, decir es más bien permitir hacer.

Por supuesto, también podemos señalar que el comunicado sólo implica a dos sindicatos, sin duda importantes por su influencia, pero que muchos policías no se reconocen en el mensaje de deshumanización de su público y de amenazas contra el gobierno. Sin embargo, no podemos ignorar la falta de reacción de los demás sindicatos –con la notable excepción de la CGT de Policía, que pide la reforma de la institución– ante el llamamiento para acabar con los parásitos y a la resistencia contra el gobierno, probablemente porque saben que una parte de su base es sensible a este lenguaje. No hay que olvidar que más de dos tercios de los policías en activo dicen haber votado a Marine Le Pen en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2017, una proporción más de tres veces superior a la del conjunto del electorado. La radicalización de la policía hacia la extrema derecha es, por tanto, muy real.

A diferencia de otros países, la policía francesa no está al servicio de la sociedad y no rinde cuentas ante ella. Es una institución del Estado que debe garantizar cierta neutralidad. No obstante, a lo largo de las últimas décadas, primero se ha convertido en un instrumento al servicio del gobierno, y después ha ido adquiriendo autonomía progresivamente, hasta el punto de imponerle su ley, literal y figuradamente. No se trata simplemente de constatar el carácter discrecional del trabajo policial a nivel individual, que es una característica general de las fuerzas del orden en todo el mundo, sino de poner de relieve la creciente independencia adquirida por la institución policial a nivel colectivo en relación con el poder. Si existe hoy en Francia una tentación separatista, es la de algunos cuerpos de policía.

¿Es irreversible esta preocupante situación? Desde luego que no. En otros países se han emprendido reformas a partir de informes parlamentarios o de investigaciones de instituciones independientes. La muerte de Nahel, como la de tantos otros antes que él, podría haber supuesto una oportunidad para tales iniciativas. No ha sido así, y el Gobierno prefiere rebatir las críticas de Naciones Unidas y las condenas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Una reforma de la policía exigiría un poder que comprendiera que tener autoridad no significa ser autoritario –lo que, por el contrario, es un signo de debilidad– y que supiera trabajar con las fuerzas del orden y sus representantes, sin dejarse avasallar por sus maniobras unilaterales. La negación de la violencia policial y del racismo en el seno de la policía, que es el sello de los dos mandatos del presidente de la República y de sus sucesivos gobiernos, es un callejón sin salida que no permite distinguir entre los policías violentos y los que no lo son, y que si bien hay racismo en el seno de la institución, hay algunos que muestran respeto por todos.

Como nos recuerda la filósofa Cécile Laborde, el republicanismo se define por la ausencia de dominación y de sometimiento a la arbitrariedad del poder. Una policía republicana debe garantizar la seguridad de todos los ciudadanos sin ejercer dominación sobre aquellos que se sienten y se dicen ciudadanos de segunda clase. Paradójicamente, son estos últimos los que son acusados de antirrepublicanismo cuando, por el contrario, reclaman más justicia y más igualdad, es decir, más República. Más aún que en las amenazas proferidas contra el gobierno, el giro antirrepublicano de una parte de la policía francesa se manifiesta en el sometimiento de esos segmentos humildes y racializados donde la educación cívica familiar consiste en lo que los padres enseñan a sus hijos, desde muy pequeños que nunca deben responder a las provocaciones e insultos de la policía.

Si los hombres y mujeres a la cabeza del Estado son incapaces de defender el espíritu de la República, nos corresponde a cada uno de nosotros aportar nuestro granito de arena.

Didier Fassin és antropòleg, sociòleg i metge. Professor al Princeton Institute for Advanced Study i al Collège de France. Director d'Estudis a l'École de Hautes études a Sciences Socials.

Publica un comentari a l'entrada

17 Comentaris

  1. Como nos recuerda la filósofa Cécile Laborde, el republicanismo se define por la ausencia de dominación y de sometimiento a la arbitrariedad del poder.
    Esa filósofa define, responde, y la filosofía no da respuestas, sólo nos ayuda a hacer las preguntas correctas para situaciones determinadas.
    A) Violencia engendra violencia. Aquí y en Francia.
    B) La policía es aquello que nadie quiere, pero a lo que todos apelamos y deseamos que esté presente, cuando nos queman el coche en una manifestación callejera por muy defensora que sea esta de las libertades, republicanas o individuales.
    Estas dos premisas básicas, simples, sencillas y entendibles, hacen que la policía sea necesaria.
    Otra cosa es el uso que le pueda dar el mando que dirige la institución.
    Salutte

    ResponElimina
  2. Recorda que a la policia Alemanya hi varen detectar bastants filonazis, i aquí a la Policia Nacional n'hi ha bastants de VOX, amb sindicat inclòs. Aquí rau el problema.

    Salut.

    ResponElimina
  3. Los policias,como cualquier colectivo votan con criterios individuales. El "rollito", de que hay mochos de VOX(que son los malos),no se lo cree nadie.
    La violencia y la persistencia en las manifestaciones en todas partes, mucho más en Francia,es algo que se nota.La sociedad,tiene la percepción de injusticia y se opone cada vez más violentamente,desde los jóvenes de secundaria a los agricultores. Quien tiene que lidiar el asunto son los polis, en primera fila,no es un trabajo aconsejable hoy día.
    Saludos.
    Saludos

    ResponElimina
    Respostes
    1. Aqui tienen hasta un sindicato, y lo de Alemania era bastante serio. Ser policía es complicado, cierto, y más en Francia que aquí. La sociedad és más violenta en general, porque hay quien se cuida de azuzar esta violencia. Cada vez nos asemejamos más a los Estados Unidos.

      Saludos.

      Elimina
  4. Sí.claro,supongo,la violencia se enciende añadiendo leña, con oscuros intereses.Recuerdo los hechos del proceso,la violencia desatada en Urquinaona. Es más, pienso que hay grupos ultras(izquierda y derecha),que se trasladan a donde la hay. Pero, lo que a mi me interesa, es esa violencia que nace en la gente normal,por un concepto de rebeldía ,de percepción de injusticia, que en Francia se detecta,que puede llegar(porque son humanos),hasta los cuerpos de la policía, que creo es de la que habla el escrito.

    Aparte, un sindicato(creo),no puede manifestar que pertenece a un partido político, eso traería malas consecuencias para todas las partes.

    ResponElimina
  5. Yo creo que lo podríamos resumir en la película 'Un Día de Furia' de Michael Douglas. La violencia está larvada en la sociedad hasta que en un momento determinado se desborda el vaso y explota. Estos ultras que queman contenedores y qué interior a menudo afirma que los tienen identificados, son una amalgama de aborígenes, italianos y franceses, que actúan ante cualquier acto, sea el procés, una victoria del Barça, la mani de la diada o lo que sea, és la violencia por la violencia sin más, ni tan siquiera con ideología.
    Saludos.

    ResponElimina
  6. Sí, así es. He asistido a varias manifestaciones independentistas y todo se veía muy controlado y previsible .Nunca me he acercado a las violentas de Urquinaona, era otra cosa muy diferente.
    Saludos.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Lo de Urquinaona al lado de las manis de la Banlieue Parisina, son unos juegos florales. De ahí el comportamiento de la policía francesa, es que están en tierra hostil.

      Saludos.

      Elimina
  7. Siempre he pensado en el el simil del "anillo de Giges". Con la masa, muchos lo llevan puesto.
    Salut

    ResponElimina
    Respostes
    1. Un simil molt adequat, les masses són sempre perilloses, difícils de controlar.

      Elimina
  8. La impunidad siempre es tentadora, aun así, creo que siempre existirá gente con principios y criterio recto por mucha tentación que se le coloque delante, eso sí, una gran mayoría sucumbirá, eso seguro. Respecto a si la policía francesa se extralimita y si existe o no en su seno xenofobia, seguramente ocurra igual que lo que comentamos, habrá de todo. Es muy complicado brear con gente exaltada en inferioridad de condiciones que es como casi siempre tienen que vérselas en los barrios especialmente conflictivos, eso sucede en Francia, aquí y en todas partes. Trabajar constantemente bajo tensión, hace entendible que se radicalicen, otra cosa es que se extienda como norma el maltrato y la discriminación. La policía nunca puede ser un poder autónomo al margen del control y si eso sucede en Francia, la cosa va a terminar mal. El ejecutivo debe dotarles de los medios necesarios para que puedan realizar su trabajo y garantizar su seguridad, sin permitir bajo ningún concepto que queden fuera de la supervisión del poder judicial que son en última instancia quienes deben analizar los hechos y determinar si hubo o no extralimitación. Su labro es muy dura frente a un colectivo que se siente olvidado y maltratado, aunque la pregunta es ¿ de verdad este colectivo está olvidado o se auto margina pretendiendo imponer su cultura en lugar de adaptarse y sobrevivir a base de subsidios en lugar de formarse para acceder a un trabajo digno? Hay versiones para todos los lados, nada fácil solucionar un conflicto que se ha dejado crecer sin atajarlo, dar gusto a todo el mundo es imposible, pero mirar para otro lado creo es siempre, la peor opción.

    Abrazo fuerte y cómo es eso de.. cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar : )

    ResponElimina
    Respostes
    1. De verdad este colectivo está olvidado o se automargina pretendiendo imponer su cultura en lugar de adaptarse y sobrevivir a base de subsidios en lugar de formarse para acceder a un trabajo digno?. Hoy ha venido a vernos el sobrino de mi mujer que vive en Nimes, el nació en Francia mientras que sus dos hermanos mellizos lo hicieron en Sabadell. De entrada sus padres ya en Francia le tuvieron a él, porque si tenías tres hijos el estado se hacía cargo de la mitad de los gastos de luz, gas y alquiler. Hablando del tema, me comentaba Marcel que el fuerte de la inmigración en Francia fue en 1974, cuando gobernaba Giscard d'Estaing, pero era una emigración que hacía falta, que trabajaba, pero ahora como dices: sobreviven a base de subsidios en lugar de formarse para acceder a un trabajo digno, y muchos son de tercera generación.

      Saludos.

      Elimina
  9. Hay que tener en cuenta que la policía se juega la vida en muchos de estos casos de Francia o Estados Unidos. La única manera de solucionar el conflicto (sobre todo en el caso de las Banlieues en Francia) es educación, y tal y como están las cosas hoy en día, educar a la masa cada vez és más utópico. El padre de Louis Pawels (iluso él) decía que no hay que contar demasiado con Dios, que el siglo XXI sería el siglo del humanismo, del hombre nuevo, y resulta que és al revés, este és el siglo del deshumanismo, de los viejos errores de siempre.

    Un abrazo de peluche, que no de oso.

    ResponElimina
    Respostes
    1. hoy en día, educar a la masa cada vez és más utópico.
      Mi pregunta es: ¿Y quién educa al educador?

      Elimina
  10. Ese es el problema, el educador no está ni se le espera, A no ser... que algún día Gobierne una persona educada, aspecto harto difícil, si ya no hay valores, y los manidos valores europeos son, dicho en plata, una mierda, o tendría que decir una defecación que queda más fino.

    Saludos

    ResponElimina
    Respostes
    1. Te propongo «excreción» No es más fino pero afina más, por cuanto refiere a cualquier clase de porquería que sale del cuerpo: mocos, sudor, orines, caca y lo que quieras añadir.
      (Este comentario me ha quedado un poquito escatológico. Tápense las napias)

      Elimina
  11. Quan de petit anava a cal senyor Valls,. la senyoreta Valentina ens preguntava quan anàvem al vàter. Què heu de fer, aguas mayores o aguas menores?. Son les virtuts del cagar, o la secreció temporal de la femta.
    Som un país escatològic: https://blocfpr.blogspot.com/2011/10/sobre-les-virtuts-del-cagar.html

    ResponElimina