Es compleixen 87 anys de la Desbandà. Va ser el crim massiu a la població civil més cruent de la Guerra Civil provocat per l'exèrcit franquista amb el suport de militars de Hitler i Mussolini. Tota una massacre i tècnicament un genocidi esdevingut a la carretera Màlaga-Almeria. La dirigent d'IU ha acusat el PP de “continuar incomplint de manera sistemàtica la llei de memòria democràtica a Andalusia. Tenim casos, com l'equip de govern de l'Ajuntament del Rincón de la Victòria, que fins i tot es neguen a facilitar que les persones que inicien la ruta commemorativa de la matança de la Carretera de la mort puguin ser acollides en un espai públic de la ciutat per pernoctar”.
El negacionisme del PP malagueny - Per la seva banda, la regidora portaveu d'IU a l'Ajuntament de Racó de la Victòria, Rocío Calderón, ha reivindicat “la necessitat de explicar aquesta història i transmetre-la de generació en generació, perquè no caigui en l'oblit, Però avui dia n'hi ha que neguen la història, com el president de la Diputació, Francisco Salado (Pp), que nega la Desbandà i li dona l'esquena. En aquesta mateixa línia, Salado tampoc convoca la Mesa de la Memòria, la constitució de la qual es va aprovar el 2016 a l'Ajuntament del Rincón de la Victòria i vuit anys després segueix sense convocar-se”.
El 7 de febrero la artillería ya está a las puertas de la Capital y la población entra en pánico. Es cuando empieza la «desbandá»:Unos huyen por su implicación en los sangrientos desmanes de los días posteriores al golpe de estado, otros por su implicación política o sindical, pero la mayoría lo hace porque ¡todo el mundo se va! y porque el pánico se había instalado en la conciencia colectiva. Es un efecto dominó sin precedentes. El 7 de febrero por la tarde, los barrios populares se quedan vacíos y la caravana se reúne en el Paseo del Parque y toma dirección El Palo y Rincón de la Victoria. Aunque no hay cifras oficiales se estima que la cifra oscilaba entre 100.000 y 150.000 personas. Podemos hacernos una idea de lo que se vivió en aquel momento, por el libro «Dialogue with the death» del corresponsal del ‘Daily Worker’ (NYC), Arthur Koestler: «Hacia las 2 de la tarde comienza el Éxodo desde Málaga. La carretera es un río de camiones, coches, mulas, carros, gentes asustadas que riñen entre ellas. Esta riada lo chupa y lo arrastra todo: civiles, milicianos desertores, el gobernador civil, algunos oficiales del Estado Mayor… Corren algunos extraños rumores por Málaga: que los rebeldes han ocupado ya Vélez, la siguiente población hacia el este, a unos 50 km; el río de refugiados se dirige a una trampa mortal. Según otro rumor, la carretera está todavía abierta, pero bajo el fuego de los barcos de guerra y de aviones que ametrallan a los refugiados. Nada, entonces, puede ya detener al río: fluye y fluye, y se alimenta sin cesar de los arroyos del miedo». El 8 de febrero se toma la ciudad. Al mediodía llegan las columnas italianas desde Antequera y Colmenar. A las 14:00 ya hay tropas desfilando por el Centro. El mismo día 8 de febrero la marea de refugiados ya ha llegado a Torre del Mar, y allí se les unen los refugiados del interior. Aquí es cuando empiezan los bombardeos desde los buques Canarias, Baleares y Almirante Cervera y de la aviación alemana, la Luftwaffe. Queipo de Llano explica con una “broma” la decisión de bombardear a la población civil: “A los tres cuartos de hora, un parte de nuestra aviación me comunicaba que grandes masas huían a todo correr hacia Motril. Para acompañarles en su huida y hacerles correr más aprisa, enviamos a nuestra aviación, que los bombardeó” Con las bombas empieza el pánico, y la gente intenta refugiarse en las cunetas, rocas, o campos de caña de azúcar. El diario británico «The Manchester Guardian» relató lo que estaba ocurriendo en la carretera de Almería: «La evacuación de Málaga comenzó cuando la población supo de las dificultades de los frentes, pero nadie creyó que el éxodo voluntario iba a asumir el carácter de un cataclismo humano desconocido en la historia de Europa. Pronto se convirtió en una sangrienta realidad. El camino se tornó un infierno bombardeado por los barcos fascistas españoles y los aviones alemanes e italianos. (…) Pronto el camino quedó cubierto de muerte». Se fueron abandonando los enseres y los bultos. Cuando la comida empezó a faltar, la marea de refugiados arrasó los campos de caña de azúcar. Los pueblos por los que pasan se negaban a ayudarlos temerosos de las futuras represalias. Muchos de ellos murieron en las cunetas, otros muchos llegaron hambrientos y heridos a Almería.
Para que nos hagamos una idea, el 26 de abril de 1937, en Guernika, la Legión Cóndor mató a 126 personas según los documentos más recientes. En la Masacre de Srebrenica murieron unos 8000. Las únicas imágenes que tenemos de la “desbandá” son del médico canadiense Norman Bethune(1899-1939) y sus ayudantes Hazen Size y Thomas Worsley. Era un famoso cirujano pulmonar que impactado por las noticias sobre la Guerra Civil, abandona su puesto y se une a las Brigadas Internacionales como voluntario sanitario. Estando en Madrid, le llegan noticias de la caída de Málaga y del masivo éxodo, y decide partir para Almería para socorrer a los refugiados. Llega el 10 de febrero a Almería y se dirige con su ambulancia dirección Málaga para ayudar a los refugiados.
Lo que vio lo relata de esta manera en su libro “El crimen de la carretera Málaga-Almería”: “Una muchedumbre de personas y animales ocupaba todo el ancho de la carretera… La llanura se extendía tan lejos como la vista podía alcanzar y por ella serpenteaba una hilera de 30 kilómetros de seres humanos, como un gusano gigantesco con innumerables pies que levanta una nube de polvo que se extendía hasta más allá del horizonte. (…) Yacían hambrientos en los campos, atenazados, moviéndose solamente para mordisquear alguna hierba. Sedientos, descansando sobre las rocas o vagando temblorosos sin rumbo (…) Los muertos estaban esparcidos entre los enfermos con los ojos abiertos al sol”. Impactado por lo que vio, vació la ambulancia y la utilizó para transportar a los refugiados durante cuatro días: “Resolvimos regresar para dedicarnos a transportar a los más desvalidos… Descargamos el equipo y las existencias de sangre (…) Después abrimos las puertas traseras. Se podía ver la excitación en los rostros de los refugiados. Todos esperaban, pero sin saber si tendrían posibilidades. Una multitud de padres y madres se apretó alrededor del coche. Decidimos transportar a las familias que tuviesen más niños y a los niños sin padres, que eran incontables. Llevábamos a 30 ó 40 personas en cada viaje”. Todo lo que vivió esos cuatro días lo plasmo en sus diarios y describió la tragedia como “la más grande y terrible evacuación de una ciudad en los tiempos actuales”. Aquellos que se dieron la vuelta y volvieron a Málaga sufrieron la brutal represión de Queipo de Llano, que ríete tú de la Masacre de Badajoz. Entre 1937 y 1940 se calcula que fusilaron a unas 20.000 personas, miles de ellas se encuentran en las fosas comunes del Cementerio de San Rafael, donde se estima que hay enterrados más de 4.000 cadáveres (se han rescatado 2.800 cuerpos) y están consideradas como unas de las mayores de Europa.